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Politica

04/10/2018@22:32:16
Mientras en las filas socialistas reconocen abiertamente estar viviendo momentos muy amargos, son los propios veteranos del partido los que vaticinan que “esto no puede aguantar más”. Cada día que pasa es peor que el anterior, discurriendo en un clima entre el asombro y la confusión.

En la famosa novela de los viajes de Gulliver se habla de dos ciudades que están permanentemente en guerra (Liliput y Blefuscu), por una disputa sobre… ¡cómo cascar los huevos duros!

Tras la arrolladora victoria obtenida por Pablo Casado con el respaldo del 57% de los compromisarios, frente a la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias del PP y una vez superado el festival de discursos, aplausos y abrazos, léase Congreso, los futuros dirigentes del partido ya están pensando en el reparto de carguitos y canonjías, salvando la distancia que les separa en función de la candidatura apoyada.

Recuerdo que en mi Córdoba natal, de ello más de 60 años atrás, imagino que el fenómeno se repetía también en otras ciudades y países, se popularizaron los cines clubes, el que no concurría era como una manera de no existir.

Pretender vincular un homenaje a las víctimas del terrorismo con el aberrante empeño del independentismo catalán, supone, cuando menos, un mayúsculo despropósito.

“¿Que no hay infierno? Sí, hay... (Cállate, corazón, que esto bien por desgracia, lo sabemos tú y yo.)”, Rubén Darío.

La traición y la mentira son dos de los elementos básicos de la política, sobre todo cuando se trata de combatir entre compañeros. Si las hemos visto a lo largo y ancho de nuestra historia patria cómo no las íbamos a encontrar en este penúltimo acto de la larga y dramática guerra de sucesiones del Partido Popular.