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Opinión

22/02/2019@20:59:39
A mis casi 79 años las rutinas diarias son fáciles de imaginar, las nocturnas mucho más. Cuando mi esposa finaliza con sus series televisivas, con algunas la acompaño siempre y cuando no las estiren con argumentos al estilo Nené Cascallar o Migré, juntos compartimos los partidos de futbol y baloncesto de Barcelona, Real Madrid, equipos ingleses, al criar 3 hijos varones se convirtió en una verdadera experta, yo siempre la llamo, para aquellos memoriosos, la Lujambio israelí.

Dicen los agoreros que, cuando un país tiene una crisis económica casi terminal, resulta muy complejo salir adelante ya que las políticas que fomentan el crecimiento surten efecto a largo plazo.

En todas las ocasiones en que se suscita una tertulia informal acerca de nuestras creencias, me encuentro habitualmente con varios interlocutores que al decirles que ni eres Cristiano ni marxista, o ni Liberal, te preguntan con cierto asombro… ¿Entonces, tú en qué crees?

Otra vez más, los ciudadanos, nos vemos obligados a tener que soportar los presuntos enjuagues del iluminado Sr. Tenazos, actual e incomprensible director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

Somos una sociedad moderna y avanzada en la que todavía tenemos retos importantes que solucionar para alcanzar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Lo analizable, lo cuestionable es si estamos acertados en algunos planteamientos.

En opinión de diversos intelectuales, son legión los dirigentes de partidos de izquierda, quienes a lo largo de su carrera política, experimentan un permanente deslizamiento hacia la derecha en cuanto a tendencias y perfiles se refiere.

Sería un error pensar que ha sido la casualidad, la que ha llevado a Sánchez a la Moncloa y que es la casualidad quien le mantiene allí. Encumbrado, donde nunca mereció llegar, gracias a un plan que no tuvo nada de azar, disfruta Sánchez como el nuevo rico que teme despertar del sueño de serlo.

Sin la menor duda, la celebración de la reciente Convención del PP ha supuesto para el partido una considerable inyección de estímulo, tanto en el aspecto ideológico como igualmente de cara al refuerzo de liderazgo de Pablo Casado y especialmente pensando en la próxima y decisiva carrera electoral que supondrán los próximos comicios europeos, autonómicos y municipales.

Nos sorprenden algunas comparecencias y manifestaciones de políticos: lo que hoy sostienen es justo lo contrario a lo que declaraban pocos días antes. A eso se le puede añadir su incapacidad de dialogar con integridad para llegar a acuerdos reales que antepongan los intereses generales a los partidistas.

La semana comenzó con un llamado telefónico imprevisto, muy tempranero, más aún cuando por el tiempo transcurrido ya casi del tema me había olvidado.

Para cuantificar la devastación lograda por el chavismo, digamos que el PBI de EE.UU., durante los cuatro años de la Gran depresión, cayó 29%; el de España, durante toda la guerra civil que ganó Franco, bajó 35% y el de Venezuela, solo desde 2016, descendió un 65%.

Uno de los premios mayores de la lotería de España hizo que mi memoria retrocediera un poco más de 60 años llevándome a la ciudad de Córdoba, Argentina.

Solo en Colombia hay cerca de un millón de venezolanos que han huido del gobierno chavista dejando familia, trabajo, estudios y hasta propiedades. En Buenos Aires, el acento venezolano es cotidiano y, pocos días atrás, vi a una estudiante de la Universidad Central de Venezuela, que vivió en las calles porteñas hasta que una señora se apiadó y la llevó con ella, que vendía sus artesanías en el metro.

El ruido que producen los políticos con sus navajeos y descalificaciones llenan los telediarios y los titulares de los periódicos —y rotulan la actualidad— mientras que parecen no existir otros problemas más allá de lo que ellos marcan. Con la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) se defiende que con ello se protege a las capas más bajas de la sociedad, pero detrás hay muchas más cosas.

Sentarse frente al teclado luego de regresar y disfrutar del cumpleaños de uno de mis nietos es hacerlo con una sensación y un estado de ánimo muy especial, por ello a mis lectores ésta vez solicitaré una participación adicional, completar la titulación de éste comentario, incluir dentro del encomillado la palabra que mejor consideren según interpretación o país, es sabido que las mismas palabras tienen muchas veces lecturas diferentes.