A las nueve de la mañana, los 600 falleros desplazados desde la localidad de la Ribera, llegados por carretera a bordo de 9 autobuses, protagonizaron una espectacular mascletà que recorrió las calles de la ciudad ante el asombro de los vecinos.
«Creo que los japoneses nos han hecho más fotos a nosotros que a las murallas», describía el presidente de la JLF, José Enrique Amores, para ilustrar la expectación levantada.
Tras la toma de contacto con la pirotecnia se celebró una misa y ofrenda en honor de Santa Teresa, a la que asistieron el concejal de Cultura de Ávila, la alcaldesa de Carcaixent, Lola Botella, y las 13 comisiones falleras de la localidad.
El plato fuerte de esta nueva fiesta abulense se sirvió a lo largo de la jornada de hoy con una «despertà», la ofrenda en honor a Santa Teresa, un castillo de fuegos artificiales y la posterior «cremà» de los monumentos, construidos gracias a la aportación de «ninots» hecha por parte de las 13 comisiones de Carcaixent.
«No se trata de una falla crítica», indicaba Amores, «sino un monumento pensado para mostrar este arte a quienes no lo conocen». De hecho, el goteo de visitantes para contemplar las figuras fue incesante durante todo el día.
El presidente aseguró sentirse «muy contento» por la buena acogida que ha obtenido la celebración de estas particulares Fallas, valoró «la excelente respuesta de la gente de Carcaixent que ha venido hasta aquí en masa» y expresó su agradecimiento al Ayuntamiento de Ávila «porque se han portado muy bien».
Esta iniciativa pionera se ha debido a los vínculos familiares de la fallera mayor de Carcaixent, Cristina Jiménez, con esta ciudad de Castilla y León.
La iniciativa pionera de plantar una falla en Ávila partió después de la proclamación allí mismo de la fallera mayor de Carcaixent, Cristina Jiménez, cuya familia paterna tiene su origen en la ciudad de Ávila.
Jiménez participa también en los actos que se celebran durante este fin de semana, acompañada por la fallera mayor infantil, Rosa Cogollo.