La restauración de San Pedro atrae a 600 visitantes cada semana

Y es que al otro lado de esa pasarela, seis manos se concentran y se desenvuelven con delicadeza para realizar un trabajo en cuyo resultado parezca que ellas no han pasado por allí. Ésa es la esencia de la restauración: devolver al patrimonio el estado del primer día para que quien lo contemple se olvide por un momento de los siglos que suma y no haya nada que le dé pie a pensar que unas manos han obrado el milagro de alargarles la vida.

Mostrar la esencia de la restauración, que a menudo se queda escondida detrás del desconocimiento o de algunos mitos, es el objetivo que la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León incluyó hace tiempo en sus intervenciones.

Y es esta misión la que explica la pasarela que desde el pasado mes de diciembre está instalada frente al ábside sur. Desde allí, los visitantes de la iglesia pueden asomarse al taller en el que descansan las piezas de los retablos que se han desmontado y que ahora sirven también para desmontar los mitos de una profesión de la que no se sabe mucho y lo poco que se sabe a veces se aleja bastante de la realidad.

La técnico de bienes muebles de la Fundación del Patrimonio Histórico, Zoa Escudero, estima que la media diaria de visitas está entre las 30 y las 40 personas, cifras que se disparan los fines de semana hasta las 200 coincidiendo con una mayor afluencia turística a la ciudad.

No obstante, otra de las restauradoras, Lidia Prieto, apunta como anecdótico el interés que despierta su trabajo entre las señoras mayores que acuden a la iglesia para participar en el culto y que después de sus rezos se acercan para saber qué está pasando con los retablos y las bóvedas, ahora camufladas por los andamios.

Y es que la restauradora sabe que nunca debe olvidar que sus manos se ocupan de elementos de devoción. “Mucha gente tiene miedo a que toquen la imagen de su virgen y de esta forma pueden comprender qué vamos a hacer realmente con ella”, subraya.

El interés que ha despertado esta nueva forma de ver un monumento con andamios -algo que a priori puede resultar un fastidio- se pone de manifiesto en las 600 personas semanales que se suben a la pasarela.