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En defensa de Occidente (XXXII)
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(Foto: Cortesía de Revival NGO)

En defensa de Occidente (XXXII)

Por Carlos González
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bergidahotmailes/7/7/15
sábado 10 de septiembre de 2022, 09:00h

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Ha quedado explicado, al hablar de cómo debíamos afrontar a Rusia -igual que sucede de forma general en todo conflicto- que debemos aplicar la “Firmeza”, esta consiste en que hemos de creer en nosotros mismos y en nuestros avances culturales. Sin duda son muy superiores a los suyos. Vamos muy por delante. Y con ella defender nuestra posición sin ceder ni un milímetro, porque ellos -hablamos ahora de China- todo hace indicar que no buscan la concordia y la convivencia, solo quieren arrasar y dominar a los demás.

También debemos -obvio- buscar los “Máximos aliados posibles” y debilitar a los suyos hasta el punto de que se cambien de bando y se nos unan. Esto lo haremos con grandes y profundas explicaciones: Nosotros buscamos -ya lo hemos demostrado- grandes organizaciones multilaterales internacionales, como la ONU y todas sus agencias, donde prime y reine el mundo de las reglas y el derecho internacional, frente a China que parece que solo pretende expandir su “Cultura”. En este caso controlarlo todo con su partido Comunista, y con él dominar con mano de hierro los máximos territorios y poblaciones que pueda. Vamos, la vieja usanza.

Por ello, igual que con Rusia, hemos de cerrarles el camino, y provocar con nuestras vallas, que permanezcan en sus territorios, y dicha expansión no se produzca, o sea la menor posible. Hasta ahora es un hecho que les hemos abierto las puertas de nuestro mundo, permitiéndoles fácil acceso a todos los mercados internacionales sin excepción ninguna. Como eran una sociedad pobre y sin desarrollar no hemos tenido reparo alguno en permitirles adquirir nuestra tecnología y, a la vez, consumir sus productos manufacturados baratos. Esperábamos, ingenuamente, que se uniesen al club y fuesen una sociedad más en el mercado, con reglas para todos. Ahora ya nos están enseñando los dientes, y en cuanto se creen medianamente fuertes, no muestran reparo alguno en competir con nosotros en cuanto a “Sistema Cultural”. De ahí que, en Madrid, se les haya declarado “Enemigos Sistémicos”. Ya está absolutamente claro que ellos -y lo han dejado patente al no oponerse a Rusia- solo quieren esperar a que seamos débiles para suprimirnos de un plumazo e imponer sus viejísimos criterios.

Ahora surge la pregunta clara: ¿Cómo debemos afrontar a China y la estrategia de sus líderes? - Se ha de proceder como en todo conflicto, con las dos manos, solo que en este caso haciendo mucho hincapié en ambas por igual.

Con la mano derecha.- Esta siempre significa la fuerza. Con ella hemos de pararlos y lo haremos buscando el mayor apoyo de las máximas culturas, sociedades o naciones posibles. Hemos de apretarles en su área, cerrarles el comercio internacional, aunque perdamos en el coste de los productos y se dispare la inflación. Debemos explicárselo a nuestra población y buscar el máximo apoyo. Pero ellos no pueden tenerlo todo: Un mundo comunista en su interior para mandar absolutamente, y un mundo capitalista de mercados abiertos en el exterior para vender. Con la fuerza de nuestra mano derecha les hemos de obligar a optar: O una cosa, o la otra.

Debemos dividir el mundo en dos, o con ellos, o con nosotros. Que ellos comercien con sus aliados y nosotros con los nuestros. Ingenuidades las justas. Ellos van a por todas y no tendrán la más mínima piedad con los vencidos. No quieren integrarse en el mercado en igualdad de condiciones y con reglas de derecho. No, ellos quieren destruirlo para que todo se rija por los dogmas de su “Sagrado Partido Comunista”.

Con la mano izquierda.- La del disimulo, la de la permisividad controlada. Con la mano de facilitarles avanzar y darles la oportunidad -esperemos que no sea la última- de que se integren en igualdad de condiciones a unas organizaciones multilaterales en las que sean uno más, y nos rija a todos el derecho y los tratados internacionales.

Cuando analizamos la historia de China -desde hace tres mil años- comprobamos para nuestra sorpresa positiva, que no son una sociedad militarista, aventurera, invasora. Basta ver su “Muralla”, para comprobar que son una sociedad defensiva, agrícola, manufacturera y comercial. Totalmente propensa a la paz, el trabajo bien hecho, la educación, la cultura y el comercio internacional e intercultural.

Últimamente los hemos visto débiles en su aislamiento -desde 1.948-. No han participado en ligas colectivas comerciales ni de ningún otro tipo. No se han integrado abiertamente los últimos años a nivel de política internacional, siempre absteniéndose y no queriendo tomar partido hasta que se sienten fuertes. Por ello podemos pensar que lo normal es que no sepan hacerlo, y comprobamos que parece que solo saben moverse por la autarquía, la imposición y la fuerza.

Es cierto que vamos hacia un mundo de comercio, en el que ellos por tradición son buenísimos, pero también comprobamos que no saben participar, y menos aún, organizar, un mercado multilateral, por eso debemos mantenernos muy firmes y en alerta constante. Debemos comprobar, sin la más mínima duda, si desean integrarse y cooperar, o solo con la fuerza bruta se afrontará este conflicto.

Quizá, por desgracia, hemos de esperar a que ellos se decanten. Si elegimos nosotros primero… Lo normal es que nos equivoquemos.

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