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Populismos (VI): ¡Qué pena de seguidores!
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Populismos (VI): ¡Qué pena de seguidores!

Por Carlos González
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bergidahotmailes/7/7/15
lunes 05 de octubre de 2020, 11:08h

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Lo que no parece comprensible desde cualquier punto de vista, es la actitud de los seguidores –y votantes- de estos movimientos oportunistas. Cabe preguntarse, ¿Cómo podemos ser tan ciegos ante la historia? Si aún humean las hogueras del Nacismo, el Fascismo o el falangismo y, sobre todo, del Estalinismo –veamos Cuba, Corea del Norte, y ahora Venezuela-, ¿Cómo no recordamos los efectos de ese seguimiento ciego de los que prometieron la “Redención y las Eternas Verdes Praderas” para que ante fórmulas calcadas, la gente les siga de nuevo?

Como mis artículos pretenden ser los de un intelectual que explica la realidad y que no la juzga –porque no hay nada que juzgar, ya se acabó lo de buenos y malos- lo que debo hacer es dar las claves para entender el por qué se produce esa aparente ceguera frente a la reciente historia. Y aclaro que no hay buenos y malos, pero sí es cierto que, en función a nuestras decisiones, se van a producir unos resultados u otros. Y si lo que queremos es una vida de creatividad, de paz, desarrollo intelectual y económico, de las sociedades en su conjunto, la historia ya nos ha demostrado hasta la saciedad que estos movimientos siempre terminan en el más estrepitoso de los fracasos. Claro está que La teoría General del Conflictos nos enseña que como solo aprendemos por el “Prueba y Error” nunca sabemos dónde está la verdad, pero sí el Error, la maldad y el dolor, una vez que lo experimentamos, y de esa forma aprendemos para la próxima. Por ello se da la paradoja de que a través de estos desastres es como avanzamos hacia el futuro, luego estos movimientos nos acarrean unas destrucciones brutales, pero siempre proporcionan, también, grandes conocimientos de lo que no deberíamos hacer.
Los seguidores y votantes de estos movimientos –dicho por todos y cada uno de los periodistas e intelectuales que escriben sobre ello- suelen ser las personas menos formadas profesional e intelectualmente –analicemos los votantes de Trump-. Están destinados los mensajes a los más incultos y poco formados y, como ellos sufren los mayores males de su posición social y económica en esa sociedad, lo que quieren es cambios. No se paran a pensar, entre otras razones porque no pueden ni saben, los males que acarreará ese cambio prometido. Lo que desean es la posibilidad –a veces por simple suerte- de que esas nuevas propuestas, a ellos, les proporcione una vida mejor. Lo malo ya lo conocen, pues juguemos a la lotería por si ese nuevo sistema propuesto –por Trump, Marine, El Brexit, Pablo Iglesias o Beppe Grillo- me ocasiona unos beneficios que yo deseo, y, mira por donde, hasta me creo con derecho a ellos –dicen los que sufren-. ¿Hay un solo mal estudiante que no haya aprobado –aunque sea por su vaguería-, que no crea que tiene derecho a vivir como el que se esforzó y aprobó? De libro, ¿Verdad?
Hemos de resaltar, y con un grito muy alto por si de esta forma llegamos a más gente que pueda contribuir a poner remedio a esta sangría que, “ Los niveles de formación y de esfuerzo intelectual han decaído a niveles alarmantes”. “Se está despreciando por todos los medios al Conocimiento, y en cualquier lugar tiene mucho más valor la simple opinión, que verdades ya conocidas. Es cierto que “La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero” Por supuesto. Pero también es cierto que fundados en esa máxima comprobamos cada día que ya hay algunos “Jóvenes y Novedosos políticos” que pronto propondrán que “A los enfermos no debe verlos un médico y recetar las medicinas adecuadas, porque es de la Casta y un Sabiondo”. Como defensores del pueblo que somos lo que debemos hacer es que una comisión de gente del pueblo vea a los enfermos y diga que enfermedad padecen y cuáles son los remedios –pronto dirán esto los populistas de izquierdas-.
Parte de lo que está pasando, es que abandonamos simples verdades ancestrales que cualquier viejo de buena fe conocía en la Castilla profunda. “Que solo el esfuerzo y el sacrificio, no solo individual sino colectivo, y sobre todo, de las élites de esa sociedad que pretendemos construir –predicando con el ejemplo-, es lo único que nos ha demostrado toda la historia de cualquier pueblo, que es lo válido para crear y construir”. Lo demás solo son monsergas.
¿Cómo podemos creer que cualquier fantoche como Trump, o Marine, O Boris Johnson, Pablo Iglesias o Beppe Grillo, que nos dice que todo va a ser felicidad y riqueza, sin esfuerzo, y sobre todo, sin pagar la deuda a quien se la solicitaron con anterioridad, y que esto nos llevará a las verdes praderas?.
Triunfan porque solo los incultos pueden creérselo. Pero la mayoría de cualquier sociedad…


Sobre el autor
Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son ‘Luz de Vela’, ‘El club del conocimiento’, ‘La Guerra de los Dioses’, y de reciente aparición ‘El Sistema’, de editorial Elisa.

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