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Donald Trump

08/11/2020@14:18:34
A la hora de escribir esta reflexión ya sabemos quién será el próximo inquilino de la casa Blanca. La victoria después de un largo y complejo recuento electoral ha sido para el demócrata Joe Biden, un hombre tranquilo, como tranquila se ha quedado la parte sensata del mundo después de conocerse.

“La OMS acaba de admitir que tenía razón. Las cuarentenas están matando a países de todo el mundo. La cura no puede ser peor que el problema en sí mismo. Abran sus estados, gobernadores demócratas. Abre Nueva York. Una larga batalla, ¡pero finalmente hicieron lo correcto!”, twitteó triunfante Trump. Sucede que la burocrática OMS se desdijo de su prédica pro cuarentena, y ahora, ¡falta que afirme que los barbijos solo dificultan la respiración!

A mis casi 80 años mantengo buena memoria, pero hay una cantidad de hechos, muy pocos, que por su simpleza y claridad dejaron en ella una especial marca.

Patético. Era la Grecia antigua y ya Aristóteles sabía que la violencia era, siempre y necesariamente, destructiva, de hecho, la definía como aquello que intenta -desviar- destruir el desarrollo del cosmos. Y así lo replicaron científicos de la talla de Tomás de Aquino, pero en pleno Siglo XXI todavía hay quienes no pueden superar la primitiva idea de que la violencia puede ayudar en la defensa o, peor, en el establecimiento de un “orden social”.

Antes de los comicios el presidente de EE.UU. aseguró que los indocumentados podrían "votar ilegalmente".
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Un segundo mandato del actual presidente traería más entorpecimiento al comercio y la inmigración, y a nadie le conviene una “guerra fría” y mucho menos si esta escaldada, con el cada vez más autoritario gobierno de Beijing, termina en una guerra real.

En julio de 2017 escribí una columna titulada “Trump, el heredero de Nixon” donde mencionaba una reseña de la reedición en español del libro de Carl Bernstein y Bob Woodward, “Todos los hombres del presidente”, sobre el ‘escándalo Watergate’.

La titulación de ésta nota vale una explicación. En los países anglosajones, también en Israel, el 1 de abril es lo que en España y Latinoamérica es el 28 de diciembre, el Día de los Inocentes, humor y bromas para todos los gustos.