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El estado del estado (70): El problema de Occidente (IX)
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El estado del estado (70): El problema de Occidente (IX)

Por Carlos González
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bergidahotmailes/7/7/15
domingo 06 de diciembre de 2020, 09:00h

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Para estudiar en profundidad el Liderazgo, Yony nos propone que realicemos una división clara: Por un lado está el liderazgo personal, físico, de presencia y de mando concreto, que una persona alcanza respecto a un grupo social durante un período y ejerce el mando momentáneo sometido al liderazgo Espiritual-intelectual que les guían a todos.

Por otro lado, por evolución cultural de todos los grupos sociales, desde hace 10.000 años atrás, existe el Liderazgo Ideológico, Psicológico, Intelectual, compuesto por todo aquel conjunto de creencias religiosas, concepción del mundo, costumbres, y conocimientos más o menos técnicos que domina ese grupo social, y van a ser los inculcados a todos los jóvenes componentes como una verdadera doctrina. Aunque siempre se sitúa a una persona –Buda, Cristo, Mahoma, Marx- al frente, para seguir con el inconsciente humano de seguir a un líder físico, este ha pasado a ser ideal. Porque después ya surgen las sentencias judiciales y nuevas aportaciones de otros pensadores. Y se forma el acervo general. Estos son los principios que formarán la cabeza de cada individuo y en función a ellos gobernará toda su vida –incluso los que se revelan, se revelarán contra ese conjunto de ideas-. Este liderazgo está muy poco y mal estudiado como tal, porque siempre se lo explica: o para defenderlo y seguirlo a rajatabla, o para criticarlo y combatirlo. Nunca se le ha visto y estudiado a vista de pájaro, como un liderazgo más, con sus cosas favorables y desfavorables.

Ahora vamos a tratar solo a este. Es, en realidad, el único y auténtico Líder. Lo es porque goza de las siguientes características en exclusiva: Primero.- Es el que crea ese grupo social. Segundo.- Es el único que actúa con poder absoluto. Tercero.- Por encima de él no hay nada ni nadie. Cuarto.- Es el que sustenta la pervivencia de ese GSO, muerto él, disgregado y desaparecido el grupo como tal.

Primero.- Es el que crea el grupo porque desde su nacimiento se produce una aceptación por los seres humanos del mismo, y una vez que alcanza un poder determinado, los nuevos seguidores lo serán por adhesión, unos de forma voluntaria porque creen en él, otros por la fuerza, porque se les somete y se les obliga. Los que nazcan ahí ya serán adoctrinados. Piénsese en el Cristianismo, el Islam, el Marxismo.

Segundo.- De ese conjunto de ideas, creencias y conocimientos surge todo el poder ideológico, social y político. De ellas nacen todas las leyes, y contra las mismas no puede ir nadie. De ahí surge la blasfemia y los infieles. Contra todo eso se legisla el delito de traición. Por ello es el poder absoluto mientras subsista ese liderazgo. Toda la teología de la escolástica fundamenta ese poder absoluto que ellos –los de todas las religiones e ideologías- lo hacen en su Dios, aunque en realidad no es más que la expresión de esa sociedad que cree en esas cosas y las aplica con poder absoluto. El que se oponga será juzgado y ejecutado.

Tercero.- Véase en estos momentos en el Judaísmo o el Islam, así como en las teorías que sustentan al estado Chino, sin olvidar a Rusia o no digamos de Corea del norte o de Cuba, y se comprobará que por encima de sus creencias e ideologías no hay nada ni nadie. Lo mismo le ha sucedido al Cristianismo, solo que ha sido reemplazado por el Racionalismo y el contrato social de J. J. Rousseau, pero también en estos se fundamenta nuestro estado social y de derecho y nadie puede ir contra ellos, o será juzgado.

Ese conjunto de creencias y costumbres es el máximo que esa sociedad acepta y por ello no hay nada por encima, porque de haberlo, ya se constituiría en ese nuevo liderazgo que reemplaza al anterior. Y ese Liderazgo de ideas es superior a todos porque con el código moral, de conducta y de leyes concretas, con el que se juzga incluso al jefe del estado, está sustentado en ese liderazgo que ejerce la cultura o civilización correspondiente. Es Dios –conjunto de creencias o la ideología- quien juzga al líder político de turno, y no al revés.

Y, cuarto.- Es el que sustenta a ese GSO porque toda la maraña de instituciones, leyes, costumbres y ritos que articulan a ese grupo están totas totalmente intrincadas en las doctrinas del liderazgo y siguiendo las mismas se articula, dirige y sobrevive ese grupo social. Mientras las élites crean en esas ideas, dogmas e ideologías, y las apliquen y las hagan cumplir a todos los gobernados, ese grupo social seguirá vigente, dispondrá de su poder determinado sobre un territorio y todo el grupo funcionará siguiendo esas ideas y por lo tanto las órdenes de ese liderazgo cultural. Por el contrario, cuando esas creencias decaen, ya no se imponen y aplican, ese grupo comienza a resquebrajarse y antes que después terminará sucumbiendo a la pujanza de otros liderazgos, es decir, a que sus seguidores y los nuevos jóvenes, sigan a las nuevas ideas, abandonen las antiguas y aquel grupo como tal, con aquellas creencias, desaparecerá. Véase el paso de personas cristianas que se vuelven socialistas, o socialdemócratas, y abandonan el viejo grupo. O los nacidos en el Islam o el Judaísmo que aceptan las ideas de Occidente.

Cuando ya no hay una masa crítica poderosa que mantenga ese liderazgo cultural o civilizatorio ese viejo liderazgo desaparece, y con él al GSO que regía. Y siempre es reemplazado por uno nuevo con gran pujanza.

Sobre el autor

Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de editorial, Letras de autor.

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