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El estado del estado (60): En contra de la renta mínima (IV)
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El estado del estado (60): En contra de la renta mínima (IV)

Por Carlos González
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bergidahotmailes/7/7/15
domingo 01 de noviembre de 2020, 12:20h

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Una vez que han sido expuestos los argumentos en pro y en contra de dicha Renta Mínima Vital. Se ha realizado una mera descripción de la evolución histórica, y han quedado vistos los posibles efectos que puede suponer su implantación, nos vemos obligados a tomar la decisión final, y fatal, ¿Se implanta o no? ¿Es más beneficiosa, o perjudicial?

Para Yony, quizá por pertenecer a una cultura que ha pasado por estos temas, la respuesta siempre es la misma: Es una cuestión de, Equilibrio.

¿Dónde están aquí los equilibrios? Para él son muy sencillos: No cabe duda que vivimos en una sociedad que avanza hacia la vida en grandes ciudades, donde el alimento ya solo se puede obtener comprándolo en grandes supermercados, ya no hay cosechas, frutos en los campos o caza en los bosques, todo el mundo ya solo puede vivir de su trabajo y el salario correspondiente, por ello ante una bajada del empleo, o cualquier pandemia –como la actual- o catástrofe natural, miles y miles de personas pueden verse abocadas a morir de hambre o delinquir para que ello no suceda. Por ello la implantación de una Renta Mínima Vital se hace imprescindible. Igual que se ha hecho imprescindible la Seguridad pública pagada por el estado, y se está demostrando que la sanidad también ha de ser gratuita, pública y universal.

¿Cuál es la otra fuerza que produce dicho equilibrio? Pues la obligación de esas personas para con su comunidad. Si la comunidad debe proteger a esos personas como miembros que son de la misma, al mismo tiempo están sujetas, según las leyes vayan marcando en función a las circunstancias, a demostrarle a esa comunidad, a sus conciudadanos que con sus esfuerzo y sus impuestos procuran que puedan comer y abrigarse, que son merecedores de dicha ayuda y que, una vez que cobran, aquí están ellos para prestar los servicios que puedan.

Lo que las mismas instituciones que pagan esas rentas deben hacer es solicitar de los beneficiarios que estos cada mañana estén al servicio del municipio o de la comunidad autónoma para aquellos servicios que se vayan implantando. Hay muchas prestaciones sociales que no se puede facilitar directamente con los presupuestos municipales, tales como hacer cruzar la calle a los niños en horario de acceso a los centros educativos. Cuidar de los ancianos en sus casa, hacerles la compra, ayudarles con la higiene personal o de su hogar cuando ellos no pueden. Realizar voluntariado social para eventos deportivos, festivos, exámenes extraordinarios de alumnos o de tráfico u oposiciones masivas. Servicios de recogida de material vegetal en ciertas épocas del año que no pueden los servicios municipales de limpieza ordinarios. Y un sin fin de servicios a la comunidad que puede que no sea rentable contratar a una empresa o que no se necesite regularmente y que estas personas, por supuesto que no estén enfermas, o que no estén afectos a alguna minusvalía física o psíquica, que ya están obteniendo un reconocimiento para su dignidad, que presten esos servicios y demuestren que están vinculados con sus vecinos para lo bueno y para lo malo.

Todo lo anterior tiene varios efectos. Uno muy importante es que ya no es des incentivador para el empleo. Si las personas quieren progresar saben que deben buscar un trabajo mejor y con ello alcanzarán mayores niveles de renta. Se acaba de un plumazo con el temido fraude. Aquellos que cobran la renta mínima ya no pueden trabajar sin dar de alta en la S.S. y obteniendo otro sueldo oculto por fuera, porque deben estar al servicio de su municipio y ya no pueden ir a trabajar a otro sitio.

Otro efecto muy beneficiosos es que ya no es un mal ejemplo. Nadie deseará estar en la piel de alguien que cobra poco y sin embargo ha de estar al servicio de la comunidad para prestar los servicios auxiliares que le sean demandados. En realidad todo el mundo se compadecerá de ellos y no serán criticados. Si esta faceta se cumple bien puede que la opinión pública solicite que se les trate aún mejor, y sea aumentada dicha renta en su cuantía.

Para Yony el equilibrio es muy claro: Se ha de proteger a la población y nadie puede ser marginado o abandonado, pero todo el mundo ha de demostrar, con los servicios que pueda prestar, que forma parte de esa comunidad para comer… Y para trabajar.

Sobre el autor

Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de editorial, Letras de autor.

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