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OPINIÓN

El estado del estado (IV): Elecciones políticas

Carlos González | Lunes 02 de diciembre de 2019
Justo por llegar en estos tiempos de elecciones, a Yony no le queda más remedio que observar, estudiar en profundidad, e informar a sus superiores, y a su mundo en general, cómo vemos nosotros, y actuamos, en esto de la cosa pública. Algo por cierto absolutamente común a cualquier organización social sea en el mundo y en la época que sea.

En concreto en el caso del estado Español consulta libros de historia sobre nuestro pasado y comprueba de que situación política venimos no hace mucho tiempo. Cincuenta años en historia es un suspiro. Y no puede por menos que experimentar una ligera carcajada al observar la vieja moneda, la Peseta, y leer su lema, “F.F. caudillo de España por la gracia de dios”. Lo que le demuestra que acabamos de salir de mundos muy antiguos en su cultura donde un chamán o brujo invocaba los espíritus y todos obedecían sus órdenes. Eso lo estudió en sus libros de historia y sabía que sucedió y se superó miles de años atrás. En aquellos mundos antiguos no había la más mínima formación política, más aún, tal como sucedió en el nuestro, cualquier estudio sobre los sistemas políticos estaba absolutamente prohibido bajo pena de muerte o extradición.

Pero bueno, comprobó que ahora ya nos íbamos defendiendo, por lo menos elegíamos públicamente y bajo voto secreto a nuestros gobernantes. Podemos cambiarlos cada cuatro años y es posible escribir artículos que critiquen ciertos comportamientos, y si estos alcanzan lo difusión pública no se castiga al autor. Aunque nuestro Yony aprecia claramente, que dada la propiedad de los medios, y el poder sobre las cadenas públicas, solo se publican aquellos artículos que convienen a alguien, o para ensalzar a los suyos, o para criticar, a veces, hasta la enorme mentira, a los oponentes políticos, culturales o simplemente sociales. Es cierto que hay libertad de prensa, pero entre los que disponen de dinero y poder para entrar en la opinión publicada.

Es cierto que comparado con el pasado hemos avanzado mucho, a su juicio, en poco tiempo, pero no se le escapan aspectos sencillos como el hecho de que la formación política es escasa en la gran masa, por no decir inexistente. Se vota cada cierto tiempo y con libertad de decisión, pero la información de la que se dispone, o más aún, la formación para analizar una formación política o la otra es más bien nula. Se sigue votando por criterios turbios y oscuros anidados en la mente del individuo, aún se vota por algo llamado ideologías. No parece importar quién es el líder a seguir, menos aún capacidad alguna para analizar su programa, al que por cierto, no lo lee, ya no digo entenderlo, ni el 10% de los votantes. Menos aún se sabe de sus mejoras en cualquier ámbito.

Aprecia el informante que los asesores siguen valorando para presentar a un candidato el simple aspecto físico, muchos votantes lo hacen por la guapura o fealdad de elegido. Se habla en las elecciones de creer en unas cosas o en las otras, o en defender a unas profesiones, clases sociales o económicas, o grados de enseñanza o formación, pero no en las propuestas concretas que defiende uno o el otro partido o candidato. Descubre a manos llenas que los niveles de conocimiento que los futuros electores disponen sobre las instituciones, el esquema de gobierno, los programas económicos o sociales para esas elecciones en concreto son, si no nulos, sí muy alejados de un análisis medianamente racional.

Los votantes actúan en una especie de nebulosa por la poca formación política de la que disponen, por la escasa información real, a veces muy distorsionada, y por corrientes de opinión que muchas veces giran más sobre anécdotas, datos marginales o percepciones sobre el estado de la economía o el empleo que alguien publicó días antes sean verdaderos o no.

En términos políticos el redactor del informe aprecia que estamos saliendo de un mundo tremendamente oscuro, que dado de dónde venimos poco más se nos puede pedir, pero que nuestra cosa pública sigue gestionada por grupos enormemente pequeños sean de un partido o del otro, donde las grandes decisiones sobre los aspectos más importantes de la sociedad las adoptan veinte o treinta personas, que además, nunca responderán en realidad, ante nadie.

Un pequeño grupo de listillos, o de atrevidos, toman las decisiones y la gran masa, en verdad, va a remolque.

Sobre el autor

Carlos Gonzàlez-Teijòn es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición “Psicología de virtudes y pecados”, de editorial, Letras de autor.

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