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OPINIÓN

Un verano catastrófico

José Luis Úriz Iglesias | Sábado 13 de agosto de 2022

Hubo un tiempo en el que la escasez de noticias durante el verano, obligaba a los medios de comunicación a destripar lo que se denominaban “Serpientes del verano”, supongo que haciendo alusión a los habituales avistamientos del monstruo del lago Ness.



Por ejemplo, este año habría sido el extraño suceso ocurrido en la playa de Hendaya, país vasco-francés, en la que medio centenar de bañistas tuvieron que ser atendidos al ser agredidos por un animal extraño, según las últimas informaciones un pez con dientes.

Habría dado lugar a ríos de tinta especulando sobre si el cambio climático habría favorecido que las pirañas del Amazonas, pez de agua dulce, se hubieran adaptado a la salada, habrían cruzado el Atlántico llegando hasta el Cantábrico.

Debatirían si igualmente podrían rodear la península, llegando a las cálidas aguas del Mediterráneo provocando que los bañistas de Marbella, Denia, o Salou, hubieran salido de su baño matutino con la mitad del cuerpo como esqueleto.

O también si los paseos mallorquines de la reina Leticia en mini vestido y mini short eran o no una afrenta a las buenas costumbres de la monarquía, al igual que demostrar su no religiosidad al no persignarse en la catedral de Santiago. Dando por tanto rienda suelta a la estupidez humana.

Pero este verano no ha hecho falta ahondar en este tipo de noticias y mucho menos inventarse otras, debido al aluvión que tenemos de las denominadas “normales”.

Los ríos de tinta ahora se dedican a la inacabada y cruel guerra de Putin contra Ucrania, o a la tensión originada innecesariamente por la señora Pelosi con su visita a Taiwán, que ha logrado el enfado mayúsculo de China, incrementando aún más la tensión mundial.

¿Por qué ese movimiento insensato de la dirigente demócrata? ¿Qué ha intentado hacer con él? El análisis de las respuestas da para mucho, con algunas de las posibles respuestas especialmente inquietantes.

Si a pesar de estas noticias quedara aún espacio en los noticieros, podríamos llenarlos con la crisis económica provocada, que se añade al incremento de precio en las fuentes de energía.

Las medidas que ha tenido que imponer la UE para paliar esa crisis energética y las consecuencias de su aplicación en nuestro país no dan tregua al aburrimiento informativo.

La polémica abierta contra el gobierno por el PP con este asunto, las diferentes maneras de tensionar en su interior, con la “radical” Ayuso y el “moderado” Feijóo repartiéndose los papeles de poli malo y bueno heredados del franquismo, da para mucho.

La séptima ola de la Covid y la primera de la denominada “viruela del mono” también suscitan el interés informativo.

Y si éramos pocos parió la abuela, con el caso cada vez más extendido de los pinchazos a mujeres en los lugares de ocio. Si efectivamente como señalan los expertos no es para inocular algo que provoque sumisión sexual; ¿qué es?

¿Acaso un juego viral? ¿Un plan elaborado para ahuyentar a las mujeres de la fiesta? ¿Simplemente un proceso gamberril epidémico? Quizás le hipótesis más sensata sea que cada vez, especialmente entre los machos, hay más tontos por metro cuadrado en nuestra sociedad.

Pero faltaría dedicar espacio también al análisis de los que está pasando este verano con el turismo. La masificación, la cada vez más degradada forma de comportamiento, el destrozo que estamos provocando en el Mediterráneo que se queja constantemente invadiendo de algas, medusas, a 30 grados nuestras playas.

Estamos matando la gallina de los huevos de oro y alguien debería hacer algo con rapidez para evitarlo. Aunque quizás ya sea tarde.

La desertización de nuestro país con una falta de agua preocupante, la ola de incendios que asola nuestro país, la falta de control de los precios, etc., etc., nos sitúan en un verano catastrófico.

Como se puede observar este año ya no necesitamos “serpientes de verano” y la verdad es que las echamos de menos porque este es sin ellas un sinvivir. Entran ganas muchos días de apagar los telediarios, las radios, no leer los periódicos y al más puro estilo Mafalda gritar alto y claro: “que paren el mundo que me bajo”.

Veremos que más nos espera, pero tiene mala pinta…

Pd.: Al terminar esta reflexión me llega la noticia del incidente habido en un festival de música en Cullera. El planeta sigue mandándonos avisos.

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