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OPINIÓN

En defensa de Occidente (II)

Carlos González | Miércoles 23 de marzo de 2022
Para hablar de algo, quizá sea muy importante que primero definamos qué es. En base a lo anterior debemos preguntarnos: ¿Qué es occidente? Y la segunda, irremisiblemente, será acerca de quienes lo componen.

Para contestar a esa pregunta encontraremos miles de definiciones, opiniones y razonamientos de que es esto o lo otro, y de que unos son más o menos puros y están dentro de la ortodoxia, y que otros están a medias. Para mí, el llamado Occidente es: Una forma de pensar. Un paso más en la evolución de la Consciencia Humana. Esto ha sucedido en aquel grupo de seres humanos que consiguieron superar en su concepción de la vida a los viejos -ya viejísimos- Brujos y Chamanes, y con ellos su forma de pensar, “de que la vida estaba regida por una serie de Magias, dominadas por espíritus -Dioses- y el ser humano a su merced. A este no le quedaba otra alternativa que obedecer sus dogmas o perecer”. Prueba de ello es que Los Evangelios atribuyen a Cristo la siguiente frase: El que crea en mí se salvará y el que no perecerá para siempre. En esa visión-posición sigue el Islam (el sometimiento a Alá y a Mohamed), y también la China comunista (sometimiento único y estricto al Partido Comunista Chino). Al ciudadano de estos países solo le queda obedecer o perecer, son las autoridades teocráticas o el partido comunista el único que puede ser y mandar, los seres humanos deben limitarse a obedecer. Se regula en sus códigos penales delitos graves para los que no crean, o no obedezcan ciegamente esos dogmas.

El llamado Occidente se caracteriza porque superó esa fase de pensamiento y creó uno nuevo que dijo que: “El Ser Humano es la medida de todas las cosas”. En base a lo anterior se creó una “Asamblea” de ciudadanos mayores de edad para decidir las cuestiones que les afectan. En principio la componían solo hombres, después, exclusivamente los que disponían de una condición, clase o poder económico determinado, y al final de todos los hombres y mujeres mayores de edad, que, en la medida de sus conocimientos, son los que disponen de la legitimidad para adoptar las decisiones que su saber y entender les dicte. Ya no obedecen ciegamente a espíritu alguno, sino que son ellos los que mandan, y por ello, los que fijan el “Bien y el mal”. Es decir, son los únicos legitimados para regir sus vidas y adoptar las decisiones colectivas que crean las más apropiadas. Esto, fundamentalmente, es Occidente: primero. - La inexistencia de espíritus mágicos, de Dioses super-potentes, de dogmas inamovibles. Segundo. - La necesidad de que sean los seres humanos los que decidan cual es “La verdad”. Esto lo harán en asamblea y por decisión de mayorías.

Como Occidente es la toma de decisiones, sobre todo públicas, por los ciudadanos mayores de edad sin estar sometidos a presupuestos dogmáticos rígidos, esto provoca que sus decisiones sean falibles, y, por supuesto, contradictorias y sometidas a error. Susceptibles de ser criticadas, e, incluso, se puede demostrar que están parcialmente equivocadas. Lo que sucede, a día de hoy y en la cabeza de los seres humanos prudentes y no fantasiosos, es que para adoptar ese tipo de leyes públicas no se conoce un mecanismo mejor.

Por otra parte, también sabemos, que seguir en el viejo sistema de seguimientos de Dogmas inamovibles nos lleva a algo irrisorio, “Los que los defienden y aplican esos preceptos “Superiores” no son más que humanos, por lo tanto, tan sometidos a error como las resoluciones de las Asambleas”. Pero con una clara diferencia, precisamente, en la postura adoptada por los creadores del llamado Occidente, como se demuestra que sus decisiones fueron parcialmente erróneas, estas se van mejorando y cada vez se acercan más a la llamada “Verdad”. Los seguidores de Dogmas, “Como estos son perfectos”, causen las barbaridades que cusen, o se demuestre fehacientemente los errores a los que den lugar, no son modificados nunca. Eso es lo que provoca que esas sociedades se anquilosen y queden congeladas en el tiempo. Y lo que ha producido que Occidente haya avanzado y las demás se hayan quedado allí.

Occidente es la concepción de que el Ser Humano es un producto de la Naturaleza, con un montón de cegueras, desconocimientos e instintos, en principio incontrolables, pero que, a través del estudio de la Naturaleza de la que forma parte, irá extrayendo un conjunto de leyes-reglas de ese desarrollo vital, que le permitirán ir dibujando un mapa de Conocimientos de sí mismo y de su entorno, y, más importante, de la interacción con el mismo. Todo esto le facilitará las reglas de comportamiento tanto individuales como públicas, que le hará posible el conocer cuales son las leyes de esa naturaleza que nos rigen a todos, y, por ello, obtendrá los “Saberes” que le harán cada día comportarse mejor.

Occidente, en alfabeto de una de sus mejores culturas creadoras (La Romana), es el “scio”, “La Ciencia”, “El Conocimiento”. El estudio de la naturaleza y al propio ser humano como un producto de esta, para la obtención de las leyes que la rigen, que nos rigen a todos, y le facilitan “el avanzar, el vivir y convivir, con esas mejores reglas y leyes naturales”.

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