19 de abril de 2024, 0:56:50
OPINIÓN


La explosión nuclear que Biden busca

Por Joaquín ABAD

Nunca hemos estado tan cerca de que las provocaciones de un presidente manipulado por los Estados Unidos y Gran Bretaña, Volodímir Zelenski, le hagan el favor al mundo de que, de nuevo -no olvidar que, hasta ahora, las únicas bombas atómicas lanzadas sobre población civil lo fueron sobre Hiroshima y Nagasaki, en 1945, ordenadas por el presidente americano Harry Truman-, el hongo nuclear se haga realidad.


La mano del «amigo americano», junto con los británicos, por supuesto que con una OTAN cercando, poco a poco, a Rusia, han conseguido que Vladímir Putin ponga fin a los acuerdos de Minsk invadiendo Ucrania. Y tras ese referéndum en las regiones de Jersón y Zaporiyia y la posterior anexión a la Federación Rusa, escenificado el viernes en el salón de San Jorge del Gran Palacio del Kremlin, la guerra adquiere un nuevo rumbo. Si Zelenski, como ha afirmado, intentará recuperar las poblaciones acogidas por Putin, Rusia considerará que se ha atacado a su territorio y responderá con el lanzamiento de un artefacto nuclear sobre Ucrania…

De ahí las súplicas del presidente ucraniano de que su país sea integrado en la OTAN de manera urgente, para blindarse ante Rusia, ya que, de esa manera, iniciaría una gran guerra Europa-Rusia, teledirigida por los Estados Unidos.

Y mientras, la actitud de Alemania, que lidera las acciones contra Rusia de la mano de su amigo Biden, ha llevado a la ruina de la Europa que a partir de ahora pasará frío, hambre y muchas más penurias que se creían descartadas en este siglo. Está claro que tanto británicos como americanos entendían que una Europa fuerte económicamente ponía en peligro la soberanía del dólar. Y algo había que hacer para impedirlo.

Quizá las explosiones sobre los gaseoductos en el Nord Stream, que Biden anunció en rueda de prensa en febrero, era la última bala que necesitaba desactivar para que Alemania no volviera a utilizar gas ruso en el hipotético caso de que volviera la paz y se terminara el conflicto. Estados Unidos debía asegurarse la venta de gas de esquito a Europa, dado el elevado precio de extracción. Como fue público, los americanos desde el principio torpedearon la construcción de los gaseoductos, sancionando a la empresa que construía el gasoducto ruso Nord Stream 2, por lo que Rusia se tuvo que hacer cargo del proyecto, lo que le supuso una inversión de más de diecisiete mil millones de dólares.

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